Hoy es el cumpleaños del compañero de mi vida

Hoy es el cumpleaños del compañero de mi vida. Alguna vez lo hemos comentado, más de media vida juntos. ¡Hemos compartido tantas historias!

Siempre dije que el cielo me cuidaba, él también suele bromear con ello, «dice que tengo enchufe». Y así debe ser pues enviaron a su mejor soldado para apoyarme, cuidarme y compartir mi camino. No hay ninguna otra persona con la que quieras transitar este camino, pues sé que no hay mejor compañero de viaje.

Siempre lo he dicho, Rafa es uno de los hombres más generosos que conozco (por no decir el que más). Como cualquiera, tiene sus pequeños caprichos, no demasiados, he de decir, pero jamás lo vi anteponerlos cuando chocaban con la ilusión de alguno de los que formamos su círculo vital. Nunca le dolió en prenda perderse un partido, incluso decisivo, de su Sevilla, para ayudar a sus hijos en algún examen o tarea que habían aplazado, de forma imprudente, hasta que el tiempo se les había echado encima.

Jamás sentí la necesidad de solicitar una prueba de su cariño por su parte; siempre me sentí escuchada, respetada y valorada.Nunca me faltó su aliento y apoyo en cualquier tarea o proyecto que quisiera iniciar.

Pero sobre todo hay algo, una característica muy suya que es la que más me sorprende y admiro.

Veréis, todos hemos vivido o conocido, por relatos ajenos, de esas ocasiones en las que te entregas a ayudar a alguien para, tiempo después, cuando necesitas del apoyo o ayuda de esa persona, descubrir con desilusión que no estaba dispuesta a emplear en ti ni el tiempo que le sobra. Todos hemos oído frases como «Te pasas la vida ayudando a los demás y luego, cuando lo necesitas, nadie te echa una mano» o «yo ya voy a dejar de ser tonto/a, que siempre hago cosas por otros y de mí no se ocupa nadie». ¿Os suena?

Esto, a lo que hago referencia, es algo que he analizado en más de una ocasión a través de mis artículos. Con frecuencia he intentado explicar por qué este sentimiento de desilusión puede resultar en extremo absurdo. Ejemplos de ellos los podéis encontrar en: «el Ego «ismo» no es útil» «No le pidas peras al olmo» «Entender la realidad, aprender a vivir» o «Cómo elegimos nuestra realidad» entre otros. En todos ellos defiendo que nuestros actos nunca tienen que ver con los otros. Que cada cosa que hacemos, la hacemos por y para nosotros mismos, pues cada cual es el protagonista de su propia película y, con su proceder, está diseñando el camino que habrá de recorrer en su particular filmografía.

Bien, pues os contaré hoy mi secreto. En realidad no aprendí esto en ninguna escuela filosófica o espiritual sino, más bien, en el transcurso de mi experiencia vital con alguien que jamás se sintió decepcionado con la indiferencia de nadie, pues siempre que usó su tiempo e incluso aparcó sus prioridades para ayudar a alguien, fue absolutamente consciente de que no contaría con esa prioridad, si llegara a necesitarlo. No me malinterpretéis, no quiero decir, por supuesto, que no existan personas que hayan sido generosas con él , lo que quiero dejar patente es que jamás emprendió una tarea esperando recompensa alguna. Que cada vez que se embarcó en algo lo hizo sin esperar respuesta de la persona a la que ayudaba. Y que, incluso, las mayores discusiones que hayamos podido mantener fueron debido a nuestra disparidad de criterios acerca de si debíamos aceptar el ofrecimiento generoso de alguien, pues yo tiendo a dar y recibir con la misma naturalidad, mientras él siempre considera que hacerlo puede resultar un abuso con el que no se siente cómodo.

Rafa es un gran hombre en el más amplio sentido de esa palabra. Generoso, comprometido, sensible a los sentimientos y circunstancias ajenas, desprendido con su tiempo y posesiones, nada apegado a bienes o privilegios y honesto por encima de si mismo… El mejor ejemplo que podría encontrar para nuestros hijos, sin duda. Por eso sé que mis hijos serán honestos, comprometidos y empáticos, porque como diría mi querida hermana «no hay nada más contagioso que el ejemplo»

Cariño, me gustaría que hoy, a través de estas líneas, te llegara mi amor. Porque sé de tus desvelos y de esos tratos que, a semejanza de los que mi primo siempre quiere hacer con nosotros, intentas hacer con el cielo (tú y yo nos entendemos), aunque sabes que es «pa na», que la que tengo enchufe soy yo. También sé que esto no te gusta nada, que si hay algo que te incomode y despierte tu más puro y genuino sentido del ridículo es precisamente percibirte como el centro de atención. Que nunca te gustó ser protagonista y que siempre buscaste un discreto segundo plano. Que esto solo lo tolerarás porque viene de mí y a mí me consientes casi todo, pero ¿quién me conoce mejor que tú?… sabes que soy un caso perdido.

TE QUIERO

Feliz cumpleaños.

 

Si te gusta compártelo:Share on twitter
Twitter
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google
Etiquetado en: