¿Por qué estamos agotados?

Hola a todos, hoy querría subir estos 36escalones para compartir con vosotros una reflexión.

Pero pienso que para que esto tenga sentido y utilidad, si es que esto es posible, es importante que me hagáis llegar vuestro parecer, tanto si este coincide con el expuesto en estas líneas como si no es así.

Veréis, hace tiempo que vengo observando una sensación de agotamiento generalizada.

Al principio me pareció solo una curiosa percepción por mi parte, pero luego, poco a poco comencé a pensar que esa percepción era compartida por un número de personas muy significativo.

Medité sobre esa circunstancia y sobre los demás cambios que venía observando en los últimos tiempos, y llegué a algunas conclusiones.

He decidido compartir con vosotros estas conclusiones porque creo que, si esa percepción y el posterior análisis, es vivenciado por un número de personas significativo, compartirlo puede ayudar a superar la barrera de entendimiento que nos arrastra al agotamiento.

Intentaré explicarlo de forma clara:

En primer lugar, en las últimas décadas existe una sensación generalizada, que yo, desde mi particular percepción ratifico, de que el tiempo se acelera, y junto al tiempo, el ritmo de los acontecimientos que nos toca vivir.

Sin embargo, y parece que unido también a lo anterior, la intensidad dramática con la que vivimos dichos acontecimientos parece también disminuir de forma proporcional.

Lo que quiero decir es que, me parece percibir una nueva serenidad y confianza a la hora de vivir estos acontecimientos que difiere bastante de la sensación de derrota y angustia con la que se vivían los mismos hace algún tiempo.

Pues bien, creo que ambos temas están directamente relacionados, se trata de una ley de compensación que debiera resultar bastante positiva para nuestra evolución emocional, pero que pueden estar relacionados con el agotamiento experimentado por una amplia franja de la población.

Os preguntaréis: Si la serenidad en la vivencia de los acontecimientos viene a compensar el ritmo de los mismos. ¿Por qué iba a estar relacionada con una sensación generalizada de agotamiento?

Pues bajo mi punto de vista, la responsable de esto es la falta de entendimiento sobre los ciclos que vivimos.

Creo que evolucionamos y que la aceleración de los ritmos está directamente relacionada con esta evolución. Y también creo que la nueva forma de experimentar las experiencias y acontecimientos forma parte de dicha evolución.

Si tuviésemos una actitud meditativa en la vida, o sea, si simplemente observáramos como suceden las cosas sin intentar juzgarlas desde nuestro intelecto, estos cambios de ritmo nos llevarían directamente a una evolución espiritual y no sufriríamos el mencionado agotamiento.

Pero, y siempre bajo mi punto de vista, nos agotamos porque juzgamos los hechos desde un punto de vista social.

Lo que quiero decir es que, si no juzgásemos los hechos desde un punto de vista social, posiblemente terminaríamos deduciendo que comenzamos a entender la relatividad de todo cuanto vivimos, que las cosas no son tan definitivas nunca y que formamos parte de un baile sobre una ola, que unas veces sube y otras baja.

Tal vez descubriríamos que somos capaces de percibir más allá de los límites temporales y por ello, el camino recorrido ya no nos angustia del mismo modo.

Por ejemplo: hace unos años todo el mundo tenía muy claro que el éxito consistía en conseguir reconocimiento social y parabienes económicos.

Ahora eso no es así, o al menos no en la misma medida. Ahora mucha gente quiere vivir su pequeña realidad o expresarse de forma creativa en algún terreno, desde luego la mayoría quiere tener lo suficiente como para no tener que preocuparse, pero yo no percibo el mismo afán de riqueza o éxito social, y desde luego en absoluto veo estos momentos esos parabienes se tengan como la piedra angular de nuestra felicidad.

Sin embargo no somos capaces de aceptar esos sentimientos sin más, creemos que si no tenemos más ambición es que somos unos fracasados y tendemos a justificarnos ante los demás.

Pienso que estamos a caballo entre ambas realidades y mientras que nuestra percepción empieza a adaptarse a una nueva forma de vivir y experimentar nuestra realidad, nuestra mente nos grita “deberías sentirse peor” “deberías estar hundido” “deberías sentir más rabia” “deberías ser más ambicioso”….

De hecho, ante la enfermedad de un familiar, si sentimos serenidad, y a pesar de ser conscientes de que nuestro nerviosismo no le ayudaría en absoluto, nos sentimos culpables por no sentirnos suficientemente mal.

Así que mi percepción es, y no quiero decir con ello que esté en posesión de ninguna verdad, que no entendemos lo que nos está ocurriendo. Que nos sentimos de un determinado modo pero tenemos un concepto distinto sobre como deberíamos sentirnos y es ese sentimiento de culpa el que nos agota.

Ya os he dicho que esta es mi percepción y es lo que observo desde mi pequeña realidad.

Tal vez esté equivocada y solo se trate de mi particular modo de observar cuanto me rodea, por eso os pido que uséis unos minutos de vuestro tiempo para compartir mínimamente vuestra percepción.

Quien sabe, a lo mejor es una forma de superar un escollo más del camino.

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