¿Por qué lo permites?

En estos días cuando una parte importante del mundo celebra algo, algo que posiblemente tenga que ver con una realidad, pero que también seguramente, unos y otros hemos ido vistiendo con distintos ropajes a lo largo del tiempo.

Ahora, cuando además parece que esos distintos ropajes vuelven a ser causa y justificación para conductas difícilmente justificables, me gustaría hacer una reflexión.

No, no tengo ninguna intención de transmitiros ninguna verdad reveladora e inamovible. En todo caso, tal vez, un pequeño trozo de mi pequeña, movible y maleable verdad.

No suelo ser demasiado radical en nada, ni siquiera en mi propia verdad. Tal vez porque intuyo que no haya nada más equivocado que quien se cree en posesión de la verdad ni nada más relativo que una verdad absoluta.

Así que en cuanto a la defensa a ultranza de una idea, sea esta a favor de Dios, en cualquiera de sus posibles versiones, o en defensa de un empírico, racional e inteligente ateísmo, yo me pregunto e invito a todo lector a preguntarse:

¿Acaso no hay más en común entre un ateo que siente empatía y se preocupa por los demás y un religioso que vive su creencia como un deber y responsabilidad de servicio hacia sus semejantes, que entre este último y otro creyente que entienda la religión como una forma de salvar su individualidad separada, por encima de las demás?

Tal vez buena parte de ese ateísmo emane justamente de esos conceptos de meritaje separatista, a mi entender absurdos y egoistas, en aras a conseguir no sé que tipo de propiedad sobre algún tipo de parcela celeste.

Yo no creo en un Dios separado y por encima de todos y cada uno de los individuos y seres que componemos la realidad, y sin embargo me definiría como absoluta y plenamente creyente.

Creo en la existencia real y cotidiana de la deidad. Pero mi Dios no está fuera, en algún lugar más allá de los límites hasta donde nuestros ojos puedan alcanzar a ver.

Somos parte de él mismo, como las células de nuestro cuerpo forman parte indiscutible de nosotros mismos, tanto si creen en nuestra existencia como si no.

Quizás por eso considero inconcebible que se busque en la deidad aquello que nosotros mismos no somos capaces de dar.

¿Cómo se puede esperar misericordia divina si no somos capaces de sentirla por nuestro hermano, que tal vez se equivocó con nosotros en alguna ocasión o actuó de forma imprudente y entendimos que nos había perjudicado?

¿Cómo pedir generosidad a Dios si no miramos a la persona que encontramos en nuestro camino y que demanda de nosotros un poco de ayuda?

¿Cómo puede una célula que ataca a sus hermanas demandar un cuerpo sano que la cuide?

¿Es que no está siendo responsable del cáncer que la aniquila?

Tal vez debiéramos reflexionar y comprender que somos Dios y por tanto responsables de nuestra realidad.

No preguntes, mirando hacia arriba, por qué Dios permite tanto mal.

Mejor mira a un espejo y pregúntate a ti mismo ¿por qué lo permites?

Lo más posible es que estemos creando nuestra realidad, que seamos corresponsables de todo nuestro universo, y seamos nosotros los que decidimos cada día si usar grises indiferentes, negros egoístas o verdes esperanzas, azules ilusión e índigos mágicos.

Así que si podemos elegir cada día los colores con los que vamos a pintar nuestro tiempo y con los que vamos a tocar de uno u otro modo las esquinas de los lienzos cercanos,

¡Pongamos colores bonitos en la paleta!

Pincha la imagen para ver vídeo:

dios-y-el-hombre

Si te gusta compártelo:Share on twitter
Twitter
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google

2 comentarios en «¿Por qué lo permites?»

  1. Manoli

    Hermana, hay por desgracia muchasNo sabemos vendas y máscaras que tienen barreras que para llegar a su subconsciente de cada uno te lleva tiempo, pero al final hay recompensa.
    No sabemos que estamos hechos de la misma SUSTANCIA de DIOS. No nos damos cuenta que Dios somos cada uno de nosotros. Yque creamos nosotros mismo nuestra realidad. Pero sin embargo siempre estamos culpando cada vez que sucede algo a Nuestro Señor pero ¿ Por qué ? Porque no somos conscientes de lo que en realidad SOMOS.

    1. Mercedes Rodríguez Autor

      Yo sé cuan duro ha sido tu camino y cuanto valor le has echado, pero ¿acaso hay algo más importante en lo que invertir nuestro tiempo?
      Un gran abrazo.