LA FRONTERA Y EL OTRO COMO PROTECTOR

LA FRONTERA Y EL OTRO COMO PROTECTOR

Helena Maleno Garzón es periodista, defensora de derechos humanos, escritora e investigadora española, especialista en migraciones y trata de seres humanos y también fundadora del Colectivo Caminando Fronteras. Llegó a Marruecos  con dos maletas, su hijo Ernesto, aún pequeño, y un proyecto de trabajo para tres meses, para documentar un proyecto de sistematización y visivilización acerca de la vida en la frontera.

Elegí como título para este comentario “La frontera y el otro protector” como una manera de explicitar lo que para mí ha supuesto la gran novedad del libro “Mujer de frontera: Defender el derecho a la vida no es un delito”. A lo largo de estas líneas intentaré analizar, sobre todo, cómo la valentía de la autora, mostrando su propia vulnerabilidad y convirtiéndose en víctima de los estamentos que se presentan y debían haber sido sus protectores, consigue que veamos en el otro una imagen que no se había mostrado hasta el momento hablando de fronteras y de migraciones.

El libro comienza denunciando un acuerdo, el de vecindad y cooperación entre España y Marruecos[1] que acabaría convirtiendo el estrecho en una enorme fosa común; tras lo cual entra de lleno a derribar el primer gran estereotipo, el del otro como sinónimo de peligro; sobre todo si estamos hablando de una mujer sola y de lo más vulnerable que esta puede poseer, hijos pequeños. Para derivar dichas barreras Helena cuenta, siempre en primera persona y con sencillez, cómo se marcha a Tánger en 2002, sola con su hijo, aun pequeño, y se afinca en la calle Muhammed Al Wazzan-Amin de Tánger. Sin embargo en esta ocasión no nos encontramos ante el comienzo de una epopeya de inseguridad, persecución ni miedo, sino ante una historia de mutuo reconocimiento, acogida y protección por parte de la población autóctona.

Una vez allí conoce a Mercedes Jiménez “Meme”, antropóloga especialista en infancia migrante, que se convertiría en su amiga y compañera de vida en la frontera.

Pero posiblemente lo que diferencie esta historia de otras investigaciones, sea que no se trata de un trabajo científico sino un diario de vida. Helena, además, afinca en Marruecos su vida como madre y eso añade una perspectiva muy particular a su historia, ya que a su propia visión habrá de añadirle la de su hijo Ernesto que, con cinco años entonces, jugaba con otros amiguitos a irse a España en los bajos de un camión.

Ya afincada, en la frontera se topa de frente con lo que se dio en llamar devoluciones en caliente; que no eran otra cosa que historias de persecuciones por parte de la Policía y la Guardia Civil, dentro de la Ciudad Autónoma de Ceuta, a fin de impedir que los migrantes alcanzaran la Oficina de Asilo. «Muchos de estos migrantes acababan por refugiarse en las instalaciones de las Hermanas Carmelitas de la Caridad-Vedruna, que allí era sinónimo de monjas guerreras y entre las que destacaba Paula, una monja guerrillera cuyo nombre era sinónimo de lugar seguro para los migrantes y que había inspirado a muchas madres refugiadas a ponerle su nombre a sus hijas[2]».

Al poco de su llegada, Helena, segura de poder visibilizar las violaciones de los derechos humanos, provocadas por las prácticas del control migratorio, contacta con Nuria Balbuena, una enfermera de visión feminista que se convierte en su enlace con la comunidad maliense del bosque de Belyounech, ciudad informal a los pies del monte de la “Mujer Muerta”, y comienza un trabajo de investigación y documentación sistemática de cada expulsión de Ceuta que vulnere los derechos humanos. Allí contacta con Keita, Jefe de la comunidad maliense.

Pero el trabajo de Helena, sin ella sospecharlo, va creando ampollas entre las fuerzas de seguridad Española, que comienza a redactar un informe acusatorio cinco años antes de que ella llegue a ser consciente de tal hecho.

Helena comienza siendo acogida con reticencias por los pobladores de la ciudad de los bosques, pero su trabajo se dilata en el tiempo y los niños llegan ponerle su nombre a un improvisado campo de fútbol; lo que supone un claro indicio de que estamos ante una historia de vida compartida y de confianzas conquistadas, que tendrá mucha importancia en el futuro.

Sin embargo, un día los habitantes de aquella ciudad-bosque saltaron la valla y se desencadenó una masacre de la que la prensa y estamentos internacionales acusaron a los gobiernos español y alauita. Al parecer el asalto se decidió porque la ciudad llevaba meses soportando el asedio diario de las fuerzas de seguridad.

La criminalización de Helena, al parecer, comienza a raíz de su lucha, a través de la política de fronteras de la UCRIF, para que las víctimas de trata de blancas no sean tratadas como migrantes sino como lo que eran, víctimas de un entramado criminal; aunque el hilo conductor de dicha denuncia son las llamadas que realiza a Salvamento Marítimo, y por las que se le acusa de trafico de personas y asociación de malhechores. Una acusación muy parecida, por cierto, a la que llevaría a bomberos de Proem-aid a juicio, en Grecia, en mayo de 2018, y cuya historia tuve la oportunidad de vivir muy de cerca[3]. Sin embargo aquellas llamadas habían surgido fortuitamente como estrategia de supervivencia.

El 1 de octubre de 2005, las comunidades migrantes avisaron a Helena de que cientos de personas estaban siendo deportadas y abandonadas en el desierto, donde muchas acababan muriendo.​ El 8 de octubre Maleno sale, junto a otros cooperantes, para llevar comida a los migrantes abandonados y, a la vez, poder documentar la tragedia. Durante varios días siguieron a los convoyes cargados de decenas de hombres, mujeres embarazadas y niños migrantes que seguían siendo desplazados al desierto; pero el coche donde viaja tiene un accidente y ella, junto a otros cooperantes, es trasladada al hospital de Aaiun; desde donde son repatriados a Canarias.

Vuelve a Marruecos y continua con su trabajo, pero sería ya en 2007, siendo Delegada en Marruecos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), cuando comenzarían las llamadas. Los habitantes de la ciudad del bosque tenían su número a causa del trabajo llevaba años realizando con ellos y, en 2007, durante un naufragio, los ocupantes de la patera, que la conocían de la ciudad del bosque, se agarraron a ese número como una tabla de salvación, sencillamente porque les inspiraba confianza. A partir de ahí, el número de Helena se convirtió en un recurso de socorro al que acudir, ante una situación desesperada, para asegurarse de que alguien se iba a preocupar por ellos, que a alguien le iba a importar que no se ahogaran; aunque tanto los ocupantes de la patera como la propia Malena llamaban a Salvamento Marítimo de ambos países, y serían ellos, en última instancia, quienes decidieran como proceder con los rescatados.

Desde entonces se sucedieron amenazas y agresiones. Uno de los episodios más graves ocurrió en el barrio de Boukhalef, en 2014, donde sufrió un intento de asesinato tras tratar de proteger a mujeres y niños en unas redadas racistas. Luego, en agosto de 2017, recibió la foto de una pistola cargada, con el mensaje «Le sugiero el silencio o morirá. Está incomodando a las autoridades».

Fue entonces cuando organizaciones sociales impulsaron una campaña en su defensa bajo el lema «DefenderAQuienDefiende», que fue suscrita por más de 500 entidades internacionales, un montón de personas muy conocidas, entre las que se hallaban Almudena Grandes o Joaquín sabina y se recibieron más de 56.000 cartas en el Ministerio de Asuntos Exteriores. La Organización Mundial Contra la Tortura y la Federación Internacional de Derechos Humanos emitieron un comunicado conjunto exigiendo a los Estados dirimir responsabilidades políticas y garantizar la seguridad de la defensora.

Pero el día 5 de diciembre de 2017, cuando volvía a casa con Kitu, su segunda hija, dos policías le hacen entrega de una citación de la justicia marroquí para el Tribunal de Apelaciones, donde estaba acusada de «tráfico de inmigrantes y favorecimiento de la inmigración ilegal», debido a sus llamadas a los servicios de rescate. Un procedimiento en el que se enfrentará a la posibilidad de cadena perpetua.

El Juez confirmó que las acusaciones se fundamentaban en cuatro dossiers criminales elaborados por la UCRIF del Cuerpo Nacional de Policía de España; aunque las indagaciones de su abogada llegaron al conocimiento de que habían sido presentados  anteriormente a la Audiencia Nacional y que esta los había archivado. En dichos dossiers se vertían acusaciones de tal indignidad para una Policía Española como acusaciones de promiscuidad, que serían archivadas por cualquier Tribunal español pero que la ponían en una posición muy comprometida ante un Tribunal marroquí.

Tras varias peticiones para posponer la vista oral por parte de su abogada, la Letrada feminista Napt Chentouf, acaba por declarar ante el Juez marroquí el 10 de enero de 2018, siendo citada para prestar declaración nuevamente el 31 de enero.

Y es ahí donde se produce el milagro y, aquellos que son rechazados, los que esperan en la ciudad de los bosques y todos los que de un modo u otro han ido sabiendo de Helena a través de su trabajo, toman el lugar de escudo, de barrera de protección, y las iglesias nigerianas de Tánger se llena de gente, migrantes, mujeres víctimas de trata, pobladores de los bosques y cooperantes que velan por ella día y noche e incluso recaudan dinero para comprar algún animal con el que ofrecer ofrenda.

Los otros se convierten entonces en el rostro amigo, en los brazos protectores, en la mirada que sostiene a una de los nuestros, cuando es abandonada por los estamentos de debieran haberla protegido; y son este, junto otros episodios narrados por la autora, los que consiguen el milagro de dibujar ante el lector los rasgos faciales que la anestesia social habían conseguido difuminar; los del otro al que ahora se siente la necesidad de mirar a los ojos, de mezclarse con ellos, de empaparse con esa empatía tan cara para estos tiempos.

El 18 de octubre de ese mismo año, tras cuatro meses de espera, le deniegan la renovación del permiso de residencia y es expulsada, sufriendo el desarraigo que llevaba años viendo en otros, de la que ya consideraba su casa y su país, y donde habían crecido sus hijos y había echado raíces.

Por fin, el 11 de marzo de 2019, el tribunal de Tánger archivó la causa abierta contra Helena Maleno, reconociendo su trabajo como una labor legítima de defensa de Derechos Humanos.

Valoración personal:

Comencé este comentario aseverando que Helena había conseguido que viésemos en el otro una imagen que no se había mostrado hasta el momento y se hace necesario explicar el motivo.

Para realizar este trabajo, yo había comprado el libro en formato electrónico. Pero, además de mi dispositivo, tengo en mi cuenta el de mi madre, a la que se lo habíamos regalado y que usa para devorar un libro tras otro. Pero mi madre no sabe gestionarlo, pues esto de los dispositivos electrónicos le llegó demasiado tarde, así que soy yo quien lo hago. Como tengo, además, la posibilidad de compartir mis libros electrónicos entre todos los dispositivos vinculados a mi cuenta, además de los libros que ella me va solicitando, de vez en cuando le voy pasando algunos por mi cuenta.

Ese fue el caso con el libro “Mujer de frontera”. No le comenté nada, pensé que ya lo vería y decidiría si le apetecía leerlo; pero cuando comencé a leer el libro, me apareció un mensaje en pantalla que me advertía de que la última página leída por el dispositivo de mi madre era la página 50, y me preguntaba si quería ir a esa página.

Fue así como me enteré, no solo de que mi madre estaba leyéndose el libro, sino de que, además, lo hacía a un ritmo endiablado, lo que me hizo llegar a la evidente conclusión de que le estaba interesando.

Pero la historia se relaciona con otras anteriores, ya que mis padres pasaron un tiempo nada desdeñable de sus vidas como emigrantes en Suiza, exactamente en Basilea; mi padre como albañil y mi madre como camarera de piso en un hotel. Yo les acompañé durante un año, pero también tuve que prescindir de su compañía durante otro, en el que permanecí junto a mi abuela materna, a la que curiosamente también yo llamaba «mama María», como Helena llamaba a su abuela.

A pesar de esto, la narrativa institucional es muy poderosa y mis padres acabaron comprando la justificación para las políticas migratorias, en base a que ellos iban de otra manera; con sus contratos firmados y respetando las normas. Esta narrativa había sido objeto de debate en más de una ocasión y yo siempre acababa retirándome, comprendiendo que a veces las narrativas son tan poderosas que es inútil intentar socavarlas, sobre todo a determinadas edades, cuando uno es reacio a soltar las agarraderas que le van quedando.

Sin embargo había encontrado una excusa en la coincidencia de su lectura que decidí aprovechar para dar a mi trabajo un aporte etnográfico, de una cierta topología temporal; y el hecho de que se tratara de un libro que serviría para realizar un trabajo me sirvió para sacarle el tema durante una de nuestras comidas dominicales.

Yo esperaba que, aún empatizando con la protagonista, pues de eso no me cabía la menor duda, acabara saliendo a la palestra la famosa narrativa ya digerida hacía tanto; así que mi sorpresa fue mayúscula cuando encontré que la historia de Helena había derribado los últimos pilares de esa frontera. Durante la conversación yo fui preguntándole sobre su parecer ante las distintas circunstancias vividas y narradas por la protagonista y mi madre, entre triste e indignada, me contestaba que era una vergüenza que la hubiesen atacado de aquel modo; que la hubiesen acusado con mentiras, dejándola sola y que hubiese sido un Juez marroquí el que hubiese venido a darle a la Policía española lecciones de justicia.

Así que me reafirmo en aseverar que Helena introduce una visión inédita para el gran Dios arrogante de occidente y es la del otro, no como víctima o mendigo menesteroso, Helena cambia los papeles, al más puro estilo rawlsliano, y nos cuenta su historia como víctima, como si la redención del orgullo etnocéntrico de occidente requiriera de una nueva víctima propiciatoria, como la feminización de un cristo postmoderno, allí donde la trasnochada testosterona agotó sus recursos, y nos muestra al otro protector, cuidador, defensor; al otro que forma escudo ante la injusticia de los nuestros a los propios, y algo cambia en nuestra visión de ese otro.

Y es que, cada vez más en occidente, como ya advirtiera Susan Bück Moors, el poder neoliberal nos ha ido vacunando de la tragedia ajena, a base de saturación de imágenes, hasta conseguir una anestesia casi total; tan conveniente, por otro lado, a la atomización consumista que requiere su sociedad de mercado.

Tal vez, como proponía Stuart Hall, debamos preguntarnos ¿Por qué es importante la diferencia?

A esta pregunta, un lingüista como Ferdinand Saussure propondría que «porque es necesario para que exista significado»; porque el significado es siempre relacional[4].

Sin embargo ese es un procedimiento reduccionista. La realidad es mucho más compleja, la relación que da significado a las realidades humanas no se pueden definir con líneas artificiales sobre un mapa, pues el vecino puede ser más otro que quien quedó tras la línea fronteriza. Como decía el filósofo Jacques Derridá, «existen muy pocas relaciones binarias que sean neutras»[5].

Entonces, a la pregunta anterior deberíamos añadir algunas más:

¿A qué aludimos con semejanza o diferencia?, ¿es más igual alguien con características físicas semejantes, a quien no le mueven los mismos resortes?, ¿es más otro quien, con una carcasa distinta, llora, sufre o se alegra en el mismo idioma?

En este sentido,  Mijail Batjin argumentaría que necesitamos la diferencia porque solo podemos construir significados a través del dialogo con el otro «el significado no perteneces a ningún hablante, emerge en la interacción entre dos o más hablantes»[6].

Por eso las fronteras usan estereotipos, porque el estereotipo reduce, esencializa, naturaliza y fija la diferencia, pero además despliega una estrategia para dividir lo normal de lo anormal, lo aceptable de lo que no lo es; en definitiva: fija límites y excluye lo que no pertenece a dichos límites; construye al excluido como otro.

La estereotipación es un elemento clave en el ejercicio de la violencia simbólica, porque construye una relación ligada  al argumento sobre saber/poder de Foulcaut.

Sin embarto, en el impasse de espera, entre que dejé medio listo el borrador de este trabajo y llegaba el tiempo estipulado para su entrega, sucedió algo: al parecer en enero de este año Helena Maleno fue deportada de Marruecos a Barcelona; la subieron en un avión sin darle tiempo ni oportunidad de recoger a su hija. Eso provocó que decidiera guardar silencio, temiendo por la seguridad de su hija, hasta el presente mes de abril[7].

La historia, como poco debería dejar una pregunta en nuestro imaginario colectivo: ¿Por qué una mujer sola, que ayuda a los desplazados en la frontera y que hace llamadas a Salvamento Marítimo, cuando tiene noticias de un naufragio, se ha convertido en el enemigo público número uno para dos gobiernos?

Se trata, tal vez, aquí de los flujos migratorios que son admisibles por el nuevo dios económico y aquellos que quedan excluidos de su particular Valhalla, como analizara Mary Louis Pratt en ¿Por qué la Virgen de Zapopan viajó a los Ángeles?

Una normalización neoliberal que altera los criterios fundamentales del juicio; porque más que una nueva política económica, lo que se trata de imponer es una nueva normativa política y moral apolítica y amoral.

Porque el nuevo sujeto, el sujeto neoliberal es un sujeto apto para dejarse gobernar por su propio interés; capaz de cerrar los ojos y recitar la letanía de la fortuna propia reflejada en la desgracia ajena. Y mientras tanto, mientras nos negamos a pensar en la legitimidad de dichas fronteras, en si es moral que alguien decida quien puede acceder a la supervivencia y quien no, ese mismo neoliberalismo decreta lícito derrumbar estas fronteras por intereses económicos, movimientos de personas a las que denomina flujos, que recuerdan a los movimientos de esclavos y que tienen la bendición del sistema (siempre que se den dentro de los límites impuestos por el mismo sistema y dentro de una lógica de globalización económica) pero esos mismos flujos se tachan de locura e insensatez cuando se trata de usar la lógica de los derechos humanos.

Este individuo, sujeto al sistema, (un sistema por el que se siente protegido, aunque ya no sea capaz de distinguir el lobo de la oveja) tampoco es capaz de distinguir entre fronteras territoriales y personales, con lo que ha perdido el control también sobre esto y ha posibilitado el nacimiento de la biopolítica. Término inventado por Foucault para definir la acción ejercida desde el poder, no sobre el territorio sino sobre el individuo.

Pero en «Mujer de frontera», Helena Maleno, y quizás ahí radica su radical peligrosidad, nos muestra una cara de la otredad que, a diferencia de lo que viene sucediendo, nos despierta de ese estado catatónico, consiguiendo que veamos al otro y busquemos sus ojos, en un intento por conectar con lo humano que hemos hallado en él.

Quien sabe, tal vez  solo unos pocos sean capaces de ver a Dios en la víctima, en el pobre, el desarraigado o el desvalido; tal vez, y en eso lleve razón Freud, por mucho empeño que pusiera el cristianismo en mostrarnos al Dios víctima, para que pudiésemos verlo en ese otro más vulnerable, la mayoría solo seamos capaces de concebirlo como sustituto del padre protector.

PEC Antropología Social II

Mercedes Rodríguez Jiménez

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

— Mujer de frontera: Defender el derecho a la vida no es un delito. Helena Maleno Garzón.

 

  • Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación entre el Reino de España y el Reino de Marruecos, hecho en Rabat, el 4 de julio de 1991. Publicado en: «BOE» núm. 49, de 26 de febrero de 1993, páginas 6311 a
  • El espectáculo del otro, Stuart Hall.—Textos de Antropología contemporánea. Francisco Cruces Villalobos y Beatriz Pérez Galán.

 

 

https://youtu.be/SW28noYej4I

 

https://youtu.be/GH6ZJhj08qM

 

http://www.36escalones.com/dioses-cretinos/

 

https://www.facebook.com/mercedes.rodriguezjimenez.98/posts/1742325385810890

https://www.facebook.com/rafaela.reina/posts/1659031624151630

 

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1717549228288506&id=100001003375778

https://twitter.com/proemaid/status/922921224451244032?s=08

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1552182228158541&id=100001003375778

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1552134311496666&id=100001003375778

[1] Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación entre el Reino de España y el Reino de Marruecos, hecho en Rabat, el 4 de julio de 1991. «BOE» núm. 49, de 26 de febrero de 1993, páginas 6311 a 6314

 

[2] Mujer de Frontera: Defender el derecho a la vida no es un delito (1. Una carta del juzgado), Helena Maleno Garzón; pag. 15 (formato Kindler).

[3] En septiembre de 2018, junto a otras compañeras, pertenecientes a la asociación Samyama, entré en contacto con la productora 39escalones, artífice del documental “Nacido en Siria” que había ganado recientemente el distintos premio. A través de ella y de una amiga, organizamos un cine forum debate, al que invitamos a los bomberos de Proem-aid. En aquel debate conocí una historia de lucha, solidaridad y sacrificio silencioso; en la que un grupo de bomberos invertía su tiempo y dinero para intentar salvar vidas en el Mediterraneo, sin ayudas ni patrocinios; intercambiando guardias con sus compañeros que deberían devolver durante sus vacaciones. Poco después asistimos asombradas a la criminalización de aquellos bomberos por parte de la justicia griega https://youtu.be/L69248ikbNM.

[4] El espectáculo del otro, Stuart Hall, pag. 87

[5] Ibid, pag. 88

[6] Ibidem

[7] https://elpais.com/espana/2021-04-12/la-activista-helena-maleno-denuncia-su-violenta-deportacion-desde-marruecos-a-espana.html

 

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