La niña

La niña es un grito al oído de una sociedad que normaliza la violencia. Porque toda violencia es terrible, pero la más terrible es aquella que se da dentro del ambiente familiar, porque priva a la VÍCTIMA del concepto mismo de LUGAR SEGURO.
Pero la mente humana es capaz de acostumbrarse a todo,  también a lo terrible,
Entonces se produce lo que en Filosofía del lenguaje se llama «SILENCIAMIENTO ILOCUTIVO»
LAS PALABRAS, POR REPETIDAS, DEJAN DE HACER
ya no advierten, no denuncian, no provocan, no horrorizan.
o que es lo mismo, pierden su fuerza semántica.
Es un texto que pretende incomodar, sacar las mentes de los lugares transitados, para  que las palabras vuelvan a SIGNIFICAR.

LA NIÑA

A la una la mula, a las dos la coz;
una abuela mató a un gato, en la calle ciento cuatro.
Al atardecer la araña tejió su tela;
entre la puerta y la pared, con encajes tejió su red.

A las tres almirez;
En un café se rifa un gato, al que le toque el número cuatro.
Con hilo negro le cerró la boca
Si te vas no se mueres; si se mueres no lloras.

A las cinco salto y dejo mi cinto;
A las seis salto y lo vuelvo a recoger.
Ven niña en un salto;
tú cierra los ojos que yo te baño.

A las siete plato carapuchete;
a las ocho un bizcocho.
Que no, abuela, que no quiero;
que no voy, que me da miedo.

A las nueve saca la bota y bebe;
a las diez otra vez.
Manecillas inertes del reloj de pared;
Cállate niña; cierra los ojos y no me enojo.

A las once llamé al Conde;
a las doce me responde.
Con una toalla tapó la ventana
Cerró la puerta, abrió el grifo y se mojó la cara.

A las trece ya amanece;
a las catorce la niña tose.
No des más vueltas y deja de toser
o la boca te tendré que coser

A las quince el estrinque;
a las dieciséis espolique inglés.
Que no quiero, abuela, que el cuchillo corta
venga niña y no montes follón,
que cuanto antes mejor.

A las diecisiete un gato se calló a un pozo;
a las dieciocho las tripas le hicieron gua, arre, moto, piti y poto.
Deja ya de llorar; que no lo vas a notar
Que no abuela, que yo quiero que venga mamá

A las diecinueve tengo un gallo en la cocina que me dice la mentira;
a las veinte tengo un gallo en el corral que me dice la verdad.
las sábanas blancas tiñeron de rojo desde la ventana hasta el cerrojo.

A las veintiuna la araña, en su casita, con su hijito teje y teje;
A las veintidós tres gallinas y un capón.
La sangre seca el suelo tiñó;
rojo de óxido en la bañera y hasta en el mármol rosa de la encimera.

A las veintitrés, en el arca de Noé, caben todos, caben todos;
en el arca de Noé caben todos menos usted.
Junto a la bañera un zapato;
solo uno, sin cordones, del número veinticuatro.

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