El Ego «ismo» no es útil

Hace algunas semanas reflexionaba con vosotros acerca de la identificación del ego, hoy subo de nuevo los 36 escalones de nuestra escalera para ir un punto más allá en ese sinuoso y confuso camino que lleva al jardín de la comprensión.

Hoy quisiera traer a colación una de las afirmaciones más utilizadas por toda persona que cree estar sacrificándose por los demás, por todo ser que piensa que su generosidad está por encima de la que suelen mostrar los demás hacía ella.

Todos la hemos escuchado en más de una ocasión, si no es que la hemos utilizado nosotros mismos.

Me refiero a esa de: «Me paso la vida pensando en los demás, ya es hora de pensar un poco en mí mismo».

Pues bien, en esta simple afirmación hay dos grandes errores:

El Primer es muy simple,  que no es cierto que nadie piense en los demás. Puede ocurrir que en el proceso de elaboración de nuestra propia película, de la que indudablemente somos el único protagonista y donde todo el guión gira en torno a nuestro propio universo, los coprotagonistas y actores de reparto salgan bien parados, pero esto es debido solo a que a nosotros nos gusta ese tipo de película amable. La realidad es que nadie renuncia al papel protagonista de su propia película para dárselo a otra persona.

En segundo lugar, y quizás el más importante, es que ese pretendido giro resulta, además de absurdo, poco útil.

Me explico:

Eso que llamamos pensar en los demás, no es otra cosa que dirigir y protagonizar una película intentando repartir papeles bonitos a los demás. En cambio, cuando hablamos de pensar en nosotros mismos, nuestra intención es la de dirigir una película sin más papel que el nuestro como protagonista, posiblemente sin caer en la cuenta de que para ello también necesitaremos cámaras y técnicos de sonido que nos ayuden.

Y ¿cuál es el problema?, ¿en qué consiste el fallo que convierte este gesto no solo en algo absurdo sino también inútil? Dejadme contaros una pequeña historia.

«En las altas montañas del Himalaya, o quizás en un pequeño pueblo de la Sierra Norte de Sevilla, no recuerdo y tampoco importa, había un hombre que había dedicado los últimos años de su vida a fabricar una bonita mariposa de cristal para regalar a cada uno de sus vecinos. Cada una de las mariposas estaba personalizada, tenía colores particulares y llevaba el nombre y la fecha de nacimiento del que terminaría por ser su dueño.

Un día, miró satisfecho su trabajo, había terminado con la última mariposa que pertenecía a un pequeño que acababa de nacer en una casa cercana a la suya. Ese día salió a la calle y convocó a sus vecinos para el día siguiente muy de mañana.

El día y hora convenido todo el pueblo se dio cita en el gran patio de la casa donde, el ya anciano hombre, había reunido todas sus mariposas. Se dirigió a sus vecinos para contarles que había dedicado sus últimos años a fabricar para cada uno ellos un mariposa única que le sirviera a él mismo para ser recordado en los corazones de sus conciudadanos. Dicho lo cual pidió que cada cual buscase su mariposa entre todas las que componían aquél gran montón.

El pueblo entero se entregó con ahínco a la tarea de encontrar la mariposa que llevaba su nombre y fecha de nacimiento, pero al cabo de varias horas casi nadie había encontrado la suya y el lugar mismo se estaba convirtiendo en un caos.

Viendo lo absurdo e inútil de aquella situación que no había logrado más que cansar a su vecinos, solicitó de nuevo su atención.

Dirigiéndose a ellos les pidió, en esta ocasión, que no buscasen su mariposa, les solicitó en cambio que cogiesen una mariposa al azar y después se dedicasen a encontrar a su dueño entre los vecinos.

¿Que cuál es el final de este cuento?

Simple, en poco más de una hora cada vecino tenía su mariposa.

Amigos, a veces las cosas no son lo que parecen y se recibe más dando que guardando.

«Al que tenga se le dará y al que no tenga, incluso aquello que crea tener, le será arrebatado»

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2 comentarios en «El Ego «ismo» no es útil»

  1. Silvia (Zoe)

    La mayoría de las veces hacemos el bien buscando una respuesta (inconscientemente), una manera de comprar cariño, afecto, valoración etc… entonces como tú bien dices Mercedes nos extrañamos de que la respuesta de los demás no esté a altura de lo que nosotros creemos haber dado, no vemos que ha sido un pago anticipado a cambio de algo que necesitamos y que aún no hemos reconocido conscientemente. Ese reconocimiento nos lleva a otro entendimiento del Dar y el Recibir que esta vez no se expresará desde la carencia, sino que lo hará desde la abundancia, y toda esa energía podrá fluir dándonos una inmensa sensación de paz y desapego.
    Un abrazo.