¡Déjenme elegir!

Hola a todos de nuevo, hoy subo estos 36 escalones para compartir con vosotros una reflexión.

Veréis, anoche escuché a un contertulio de uno de estos programas de opinión informativa, usar una anécdota para hacer su propia reflexión. Disculpadme si no os puedo decir ni la cadena, ni el nombre del programa, ni por supuesto el nombre del contertulio, pero es que frecuento poco la tele y no estoy nada familiarizada.

En cualquier caso, creo que lo importante es el fondo del asunto, y en este caso, el mencionado contertulio contaba que le había llamado la atención un video donde un padre intentaba explicar a su pequeño de cinco años lo que había ocurrido en Francia.

A este hombre le había interesado la reacción del niño, que preguntaba a su padre que si los hombres malos tenían armas y mataban, ellos tendrían que cambiar de casa. El padre, tras intentar explicarle que no tendrían que ir a ningun sitio, le decía que si los terroristas tenían armas ellos tenían flores, a lo que el niño respondía «pero las flores no sirven para nada»

En conclusión, el periodista o contertulio llamaba la atención de sus compañeros de tertulia sobre el hecho de que ya el niño, con tan solo cinco años, comprendía que era necesario algo más que flores y velas para responder a cosas como estas.

Traigo a colación este tema porque quiero hacer la siguiente reflexión.

En primer lugar, tengo que decir que no estoy de acuerdo  con la vision del mencionado contertulio y los motivos son los que me dispongo a desgranar a continuación.

Es obvio que ese tipo de reacciones forman parte de la lógica más aplastantemente desde una visión temporal de la realidad, pero yo tengo intención de rascar un poquito más, y para ellos voy a comenzar por lo obvio. No sé si ya os habéis percatado de ello, pero si no es así, lo voy a dejar claro en este momento.

Amigos, con o sin respuesta armada hacia los terroristas, o lo que es mucho más discutible, hacia sus paises de origen, lo cierto es que dentro de un tiempo más o menos prolongado según la pequeña realidad de cada uno e ínfimo desde un punto de vista cósmico, todos y cada uno de nosotros vamos a morir.

Bueno, lo anterior ya está dicho y las bases están puestas, ahora ¿qué tal si comenzamos a desgranar otras posibilidades?

Desde un punto de vista religioso no tengo que explicaros los motivos para elegir la puerta estrecha y la opción más alejada a la venganza y el odio. Así que, como además yo considero que todo está unido y que cada una de las opciones no son más que distintos ángulos para observar la misma realidad, voy a centrarme en otro punto de vista.

¿Nos imaginamos por un momento que la energía consciente que forma nuestra esencia cumple el primer principio de toda energía?, me refiero al principio de conservación, por supuesto.

En este caso la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma.

¿Imaginamos ahora que la teoría de los Universos paralelos responde a una realidad cósmica?

En este caso, e intentando simplificar el fundamento de su funcionamiento, según leí hace algún tiempo. Cada acción por nuestra parte crearía un universo, que conviviría con infinitos universos donde habríamos tomado decisiones ligeramente distintas a la que acabamos de tomar en cualquier momento de nuestra vida.

Así, si estamos leyendo un libro y decidimos cerrarlo, habrá otro universo donde hayamos continuado su lectura, otro donde lo hayamos tirado a la basura y otro donde le hayamos tirado un vaso de agua por encima, por poner algún ejemplo.

Estas pequeñas decisiones se irían acumulando de tal forma que, al final, existiría un universo donde conviviríamos con los dinosaurios y otro donde nos habríamos extinguido.

En tal caso, nosotros estaríamos haciendo algo así como abriendo puertas que condujeran nuestra consciencia a distintos escenarios donde se estuviera desarrollando la película con las escenas que hayamos decidido experimentar, mientras en escenarios contiguos se estarían proyectando las películas resultantes de otras muchas posibles decisiones.

Y ¿hacia dónde nos lleva esto?, pues bajo mi punto de vista es obvio que la respuesta del odio y la venganza nos deja en el escenario del odio y la venganza, donde seguiremos compartiendo la representación con los actores que han elegido ese camino. Así que esa decisión nos dejaría atrapados en el mismo universo que los terroristas. Mala opción, pienso yo.

Si, en cambio, tomamos una decisión totalmente distinta, si entendemos lo que a mi parecer ha entendido el Periodista Antoine Leiris, al que hice referencia en la entrada anterior, entonces nos estaríamos metiendo en un escenario que seguramente no elegirá ninguno de los terroristas.

La teoría a la que estoy haciendo referencia también aclara que el/los universo/s se expanden alejándose cada vez más unos de otros, haciendo imposible la comunicación entre ellos.

No sé a vosotros, pero a mí esto me recuerda mucho al infierno y al cielo descrito en la mayoría de religiones, y desde luego le da una nueva perspectiva y comprensión a eso de que del infierno no se sale. En primer lugar porque el odio engendra odio y la violencia, violencia, en segundo lugar porque una escalada de respuestas en clave de fuerza y venganza no tiene límites, y por último porque esos universos se irían alejando cada vez más quedando aislados de cualquier otro.

No sé qué opináis vosotros, pero para mí, las flores sí hacen algo, intercambian energía de amor, de consuelo, de solidaridad y de apoyo. Y lo más importante, alejan ese universo de otros donde se debate el tipo de armamento a utilizar en las posibles respuestas armadas.

Así que, sí, yo me voy a morir, eso está fuera de toda discusión, pero dejadme que elija en que universos quiero despertar. Desde luego no tengo ningún interés por aquellos donde pueda encontrarme con quienes empuñan las armas y enarbolan la bandera de la venganza.

Yo elijo esto: (pincha  en la imagen para ver)

diseñando mundo

 

 

 

 

Si te gusta compártelo:Share on twitter
Twitter
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google