Descubriendo el mundo de Tamait – Primera entrega

Hola de nuevo, amigos.

Estos relatos no forman parte del libro, constituyen más bien un preludio, narraciones que pondrán al lector en antecedentes para comenzar la lectura del libro en sí.

No puedo dejar pasar esta ocasión para agradecer a mucha gente su generosidad, su ilusión y su trabajo desinteresado. Estos últimos meses están siendo muy, muy intensos, tenemos en marcha un montón de bonitos proyectos que iré compartiendo con vosotros a lo largo de los meses que restan hasta diciembre, cuando espero veros en la presentación, durante la Feria del Libro de este mi pueblo de Mairena.

Y digo que tenemos y no que tengo un montón de proyectos, porque nunca hubiese podido llevarlos a cabo sin la colaboración de muchísima gente a la que tengo que agradecer, no solo su ayuda en este mi proyecto literario, sino y sobre todo su abrigo, pues a lo largo de todos estos días he sentido un calorcito muy agradable en el corazón.

He pensado en si debía nombrarlos o corría el riesgo de dejar fuera a alguien, y sé que lo sensato es hacer un agradecimiento global y no correr riesgos inútiles. Pero, quienes ya me conocéis, habréis adivinado que la sensatez quizás no sea uno de mis rasgos más destacados y que, por supuesto, iba a correr el riesgo.

Gracias a mis hijos y sobre todo a mi compañero, siempre estás ahí, gracias por no dejar nunca de creer en mí.

Gracias a mi familia, mis hermanos y padres, suegros y cuñados, por arroparme siempre y estar ahí para apoyarme y animarme. Gracias sobre todo a ti mi Alicia, porque me has dedicado mucho de tu tiempo y has soportado estoicamente mis resistencias a la hora de corregir algunas cosas.

Gracias a mis amigos José Manuel Castillo y Sonia, porque no hay una vez que les cuente un proyecto que me ilusione que no se suban al carro para ayudarme en todo, prólogo, música, vestuario, maquillaje y no sé cuantas cosas más, y poner lo mejor de ellos, y yo sé que no es por sobra de tiempo ni por falta de compromisos. Gracias a Elisa Prenda y Liborio Sosa, porque ahí han estado, dispuestos también a aportar su música y su magia.

Gracias a Nuria, porque buscaba un programa que entretuviese mis caminos diarios de ida y vuelta al trabajo y encontré una amiga y un ser maravilloso, que me ha hecho un prólogo mágico y me ha prestado la voz más dulce y misteriosa que he conocido jamás para mi Ayeneha.

Gracias a Carlos de ediciones Cydonia, mi editor, por confiar en una historia de alguien sin nombre dentro de este mundo literario.

Gracias a los chicos de Teatro Habitado: José Manuel Navarro, Juan José Morales, dos jóvenes entusiastas, comprometidos con la cultura y el teatro que me han enseñado espíritu de trabajo y sacrificio, y demostrado que eso de que los jóvenes no tienen metas es un mito. A Cristina, Raúl, Sergio, Horacio, Anabel y mi María por estar dispuestos a ayudarme a dar vida a mis personajes, a pesar del poco tiempo y mucho trabajo. Se que habrá mucha magia en ese vídeo. Aquí seguro me dejo dos o tres detrás, pues aún no conozco sus nombres, aunque ruego se den por aludidos.

Gracias a mi compañero y amigo Luis Cerezo, por su tiempo, paciencia e ilusión, gracias también a su hija Belén por apuntarse a participar, y a su esposa Maribel, por ser su paciente cómplice.

Gracias también Antonio, porque no sé si lo del dron terminará saliendo, pero sé que te has sentido parte del proyecto te has puesto a buscar.

Gracias al Alcalde, pues de justicia es decir que no he encontrado en ti traba alguna.

Gracias a Rubén, a Regina y a Eladio, porque sois lo más, quienes se quejan de los empleados públicos desde luego no os conocen.

Gracias a Manuel Fernández y a José Luis Rodríguez, porque no dudásteis ni un segundo cuando os pedí un prólogo y me habéis regalado parte de vuestro tiempo y de vuestra alma.

Gracias a Iván Iglesias, porque apenas acababa de conocerte y enganchaste tu cámara para hacer mil y una pruebas y regalarme la foto que presidirá la portada.

Gracias a mis lectores y amigos, porque durante cerca de un año habéis estado preguntando cuando podríais disfrutar de este libro y me habéis estado empujando e ilusionando con vuestro entusiasmo.

Y ahora sí, gracias a todos. Seguramente me habré dejado a alguien en el camino y deba volver a rectificar esta entrada en más de una ocasión. Si ha sido así, os pido perdón, ya sé que era más fácil escoger una fórmula más impersonal, pero ya me conocéis, no soy políticamente correcta y nunca escojo el camino fácil.

TAMAIT. Parte 1

Sentada sobre la blanca y fina arena del cálido mar de Uxmal, mientras la suave brisa ondulaba mi cabello, pensaba que jamás llegaría a acostumbrarme a aquella salvaje perfección.

A pesar de ser el menor de los planetas, Candace es la capital de la Unión de Mundos, y su belleza sobrecoge.

Al atardecer, cuando Bened, nuestro astro rey, comienza a desaparecer por el horizonte, pareciera que sus últimos rayos se aferran al borde con grandes y ondeantes tentáculos de luz tornasolada que inundan el cielo de colores imposibles. En esos instantes las abundantes y hermosas Wisterias parecen cobrar vida, lanzando destellos brillantes en tonos púrpuras y rosados para despedir al cuerpo celeste que les da vida.

Cada día, muy de mañana, con los primeros rayos de Bened, se produce un fenómeno que nosotros llamamos “El Despertar”. Durante unos minutos, como obedeciendo a un código genético o algún tipo de rito iniciático, cientos de miles de mariposas de todos los colores levantan el vuelo a la vez, cubriendo durante unos instantes el cielo y oscureciendo el recién estrenado alba. Tal vez por efecto del conjunto y la lejanía o quizás como consecuencia de su mayor número, cuando la gran mancha va adquiriendo altura y dejando ver de nuevo el cielo, también se va tornando blanca, confundiéndose con los eternos picos helados, en una extraña danza llena de armonía y belleza.

Porque, aunque la temperatura en Candace no suele bajar de quince grados ni superar los veintiocho, las cumbres de sus altos picos montañosos permanecen nevados de forma perenne.

No, nunca llegaré a acostumbrarme.

Pero este mundo es mucho más que belleza salvaje. En Candace, como en la mayoría de mundos asociados de la Unión, todo ser vivo se sabe parte de cuanto le rodea, y esa consciencia constituye la base de nuestra existencia.

¿Acaso hay algo más estúpido que pensar que puedes golpear un dedo de tu mano izquierda sin que el resto de tu cuerpo, incluida la mano que golpea, llegue a sufrirlo?

Sin embargo Candace también tuvo una época oscura. Esa es una historia de la que nadie en la Unión habla, como si su sola mención tuviera el poder de invocar los tenebrosos fantasmas de un pasado que querríamos olvidar, pero cuyo lastre nos perseguirá, quién sabe si para siempre.

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