Recuerdo al Doctor Jiménez del Oso
Hoy me acerco a los peldaños de esta escalera porque revisando el facebook encontré que una amiga había colgado una fotografía a modo de homenaje al Doctor Jiménez del Oso.
No pude evitar caer en la cuenta de que pronto se cumplirán once años desde que nos dejara para emprender su última aventura en solitario, como tampoco pude evitar traer a mi memoria parte de mi propio pasado en relación a su figura.
No sé, tal vez estoy en esa franja de mi existencia donde comienzo a rememorar algunas vivencias, sobre todo aquellas que significaron un antes y un después en mi propia experiencia vital.
Tuve el privilegio de compartir con el Maestro su último viaje a Egipto. Sí, tuve la enorme suerte de poder acercarme a los enigmas del país de los Faraones de la mano de uno de los grandes Maestros del misterio de nuestra historia reciente. Aún conservo las grabaciones de muchas de aquellas conversaciones en cinta de vídeo VHS.
Corría el mes de agosto de 2004, cuando mi marido y yo emprendimos el viaje más increíble que recuerdo haber realizado jamás. Todo estuvo recubierto de un extraño halo de magia, desde la forma de encontrar la publicidad del viaje en cuestión hasta el sentimiento de emoción y expectativa que se instaló en mi interior desde que supe que al fin formaría parte de aquel grupo que se disponía a reproducir el éxodo judío.
Quizás esperaba algo más grandilocuente y concurrido, por lo que la realidad me sorprendió profundamente. Lo que me encontré fue a un reducido grupo de 25 personas, entre los que se encontraban el doctor Jiménez del Oso y su encantadora e interesante esposa la doctora Pilar Cores. Con aquel grupo también viajaban algunas de las personas que ya se quedarían en mi vida como algo importante. Entre ellas, un increíblemente humano doctor Alberto Martí Boch, que comprometería su tiempo y esfuerzo cuidándonos, cuando gran parte de nosotros pillamos una desagradable gastroenteritis, y que también se encargaría de realizar las curas diarias a uno de los componentes del grupo, tras un accidente en el Sinaí, para evitar que tuviera que ser repatriado.
Por si esto no fuera suficiente, entre los miembros de aquella expedición también se encontraban mi querida amiga María Teresa y la que se convertiría desde ese momento, aunque yo aún no lo sabía, en mi hermana postiza, mi amiga del alma, mi querida Almudena.
Durante el transcurso de aquel maravilloso viaje tuve la constante sensación de estar viviendo algo único y muy especial, un acontecimiento mágico.
Al aterrizar en el aeropuerto internacional del Cairo nos esperaba el autobús que nos llevaría a nuestro hotel. Yo no podía creer que estuviera cruzando aquella gran ciudad a las cuatro de la mañana, observando cómo los niños jugaban a la pelota en plena vía pública, y escuchando como el corresponsal de la revista Enigmas para Oriente Medio, Juan Fridman, que sería nuestro guía en aquel viaje, entonaba las mañanitas que cantaba el Rey David.
Durante el transcurso de aquel viaje tuvimos la oportunidad meditar durante algo más de media hora en el interior de la cámara del Rey de la pirámide de Keops, así como visitar el gran zoco de Khan el Khalili y la mezquita de al-Azhar. También hicimos el camino de ascenso hasta el monte Sinaí, contemplando el cielo más impresionante que he podido ver jamás, un 13 de agosto, cuando las perseidas decoran la bóveda celeste con cientos de chispas incandescentes, para coronar nuestro ascenso sobre las seis de la mañana y contemplar el amanecer desde su cima.
A la decepción inicial de no concluir nuestro viaje en Jerusalén, como estaba previsto, debido a las reticencias que los últimos acontecimientos despertaban en parte del grupo, se sobrepuso la certeza de que todo tiene un por qué en esta vida, pues fue justo esa circunstancias la que nos permitió vivir una de las visitas más mágicas de aquel viaje, descubriendo el enclave arqueológico de Petra.
Allí, entre otras muchas experiencias, nos sucedió una de esas sincronicidades que inmortalizaron nuestra visita y que dieron mucho que hablar en la comida que compartiríamos en la ciudad de Madrid, un mes después de nuestro regreso.
Os coloco las imágenes justo aquí abajo.
Si os fijáis, una de ellas es una fotografía nuestra de la gran grieta que da entrada al desfiladero, donde se puede observar al doctor Jiménez del Oso, de espaldas, posando delante de un camello. La otra es la fotografía sacada por nuestro guía, para la revista, en la que aparece el doctor Jiménez del Oso delante del camello y donde se puede ver a mi marido, en la puerta del tesoro, tomando la fotografía anterior. Lo curioso de estas dos fotografías es que, si os fijáis en el resto de protagonistas secundarios de la historia, todos los personajes están exactamente en la misma posición, por tanto ambas fotos fueron tomadas justo en el mismo instante.
Esta no fue más que una curiosa anécdota que junto a muchas otras, nos hicieron sentir que vivíamos un sueño, un cuento de hadas donde cualquier cosa era posible.
Durante aquél viaje descubrí, en el Doctor Jiménez del Oso, a un ser extraordinario, humilde, tímido y portador de un gran sentido del humor. Tuve el honor de escuchar de su boca relatos y opiniones sobre los distintos acontecimientos impresos en la Biblia acerca del éxodo judío que estábamos emulando. Uno de los momentos más mágico fue aquel en que mi marido y yo llegamos tarde para la cena al comedor de nuestro hotel en Sharm el Sheij, a orillas del Mar Rojo. En esa ocasión, el destino quiso que no quedara sitio en la mesa que compartían nuestro compañeros y que el doctor Jiménez del Oso y su esposa también llegaran tarde, por lo que los cuatro compartiríamos mesa aquella noche.
Fue una cena increíble donde pudimos disfrutar de su compañía, conversar con él y con su esposa sobre muchas cosas. Terminada la cena, aunque no la charla, nos trasladamos a la cafetería del hotel, donde otros compañeros se nos fueron uniendo. Entre risas y confidencias, Pilar nos confesó que cuando se conocieron, mientras otras parejas paseaban por la playa, él la llevaba a visitar los cementerios, y el doctor terminó contándonos una apasionante experiencia vivida junto a otra pareja amiga delante de un tablero de Ouija.
También fue en aquella ocasión cuando nos contó que hacía años había llegado a una especie de pacto con una buena amiga suya. A tenor de dicho acuerdo, el primero en partir de este mundo debería dejar un mensaje al otro como testimonio de la pervivencia de la consciencia más allá de esa frontera misteriosa a la que llamamos muerte. Nos contó que su amiga fue la primera en partir y que el día que asistió a su funeral, él llegó tarde a su consulta. Ese día su asistente lo esperaba para informarle que su amiga, a la que conocía bien, había llamado y le había encargado que le dejara el recado de su llamada. La asistente desconocía que aquella mujer había fallecido el día anterior y que el Doctor Jiménez del Oso regresaba de su sepelio.
Como ya he comentado, en el mes de septiembre nos volvimos a encontrar para compartir una bonita comida en un restaurante de Madrid y un té en la encantadora terraza de una amiga, que vive muy cerca del Parque del Retiro. Solo unos meses más tarde, el Maestro emprendería su gran viaje para encontrarse de nuevo con su amiga y seguir desvelando todos esos misterios que le fascinaban.
Sirva esta entrada como homenaje a uno de esos hombres que dejan huella de su paso por este mundo, así como de agradecimiento por mi parte al universo, una vez más, por haberme permitido compartir un instante de tan valioso tiempo.
- Libro Ajenjo por un precio increíble
- La consciencia se mueve tras la muerte
Hola Mercedes,
ya te comentare sobre Ajenjo cuando lo termine, pues lo tengo aparcado de momento por la mitad.
Te comento que en marzo hara 2 años de mi primer viaje a Egipto, organizado por el sr. Hector Gambris, que fue medico personal de Jimenez del Oso, cuando padecio de cancer.
Esta semana santa regreso a Egipto en el viaje que organiza el gran piramidologo Manuel Delgado.
Tengo intencion de regalarle a Manuel tu novela Ajenjo dedicada por ti.
Ya me contestas con la forma de pagartela y te respondo con su direccion para que se lo envies directamente.
Gracias y saludos de Pedro.
Hola Pedro, te he contestado a tu correo electrónico, o eso espero. Hazme saber si es así.
Un abrazo.
Yo también tuve la suerte de conocer a Jiménez del Oso en aquél maravilloso viaje de conocimiento, así como a todas las encantadoras personas con las que «coincidí» allí. Aquellos días, aquellas conversaciones, aquellos paisajes, la risa, la camaradería…, todo ello está guardado en mi memoria, en el cerebro, que tiene conexión directa con el corazón y con el alma. A Fernando (doquiera que esté investigando, de estrella en estrella) y a todos los que lo hicisteis posible (incluido el guía de El Cairo, pese a que a veces le resultasen una excentricidad las explicaciones distintas que escuchó acerca de los misterios egipcios, así como Musa -Moisés-, el simpático conductor del bus que nos llevó a través del desierto) os doy las gracias y os mando un abrazo enorme.
Gracias, porque entre todos habéis hecho posible este pequeño homenaje.
Me ha encantado reencontrarme contigo y descubrir que nada es casual, que conectamos cuando nos conocimos y al parecer también en la distancia, me ha encantado tu libro. ¡Curioso que ambas hallamos escrito sobre el apocalipsis de San Juan y sobre la estrella Ajenjo, ¿no?!
Un gran abrazo.
Para ti, Mercedes, que haces posible tan emotivo homenaje, que pintas y escribes con la pasión que se necesita para que se obtengan tan excelentes resultados, que eres un encanto y tiendes la mano sin pensarlo, además del abrazo te mando un achuchón.
Gracias Marisa, soy una persona afortunada.
Me encantó conocerte y me encanta haberte reencontrado.
Espero, y estoy segura que así será, que la vida te regale todo lo bueno que mereces.
El otro comentario lo aprobaré, junto al resto, en su momento 😉
Un achuchón enorme para ti.
El verano de 2004 había empezado fatal para mí. El peor. Pero tenía que volver a Egipto de nuevo y los hados mezclaron las piezas del puzzle adecuadas para que en ese viaje, me reencontrarse y conociese a personas que me iban a cambiar la vida.
Recuerdo que estábamos en lo más profundo del valle de Petra y, para poder salir de allí, teníamos que hacerlo o andando con un calor intensísimo, en calesa (en singular porque sólo había una) o en camello. Con el fin de acelerar la salida, Pilar, Fernando y yo optamos por esta última «vía de comunicación». Regateé como loca con un muchacho árabe, utilizando las manos y hablando muy alto para que me entendiese mejor, y alquilamos tres camellos.
El calor era tremendo, los animales apestaban y las sillas donde íbamos sentados eran especialmente incómodas. El camino fue divertidísimo. Nos reímos hasta llorar mientras nuestro guía, que iba andando, nos miraba y sonreía también. Cuando por fin llegamos a la famosa entrada de Petra gracias a Indiana Jones, yo casi beso el suelo como solía hacer el Papa anterior. Fue una experiencia deliciosa.
Fernando nunca intentó enseñar. Nos escuchaba, nos miraba y nos dejaba ir. Era un sabio.
Es tan especial, que hasta su funeral se convirtió en el más inesperado y sorprendente homenaje.
Gracias hermana del alma, ¿que te voy a decir que tú ya no sepas? que fue una bendición encontrarte, que te agradezco que estés siempre ahí y que me quieras y que te quiero.
Marisa, me ha hecho mucha ilusión volver a saber de tí. Ojalá todo te vaya muy bien. Un beso fuerte
¡Almu! ¡Guapa! ¿Tienes Facebook? Es que no te encuentro; yo aparezco con mi nombre al completo. Si tienes agrégame, porfa. Yo también espero que estés bien en mi caso no tanto como quisiera, pero ya lograré conseguirlo. Muá, requetemuá!
Hola de nuevo, no, Almu no tiene Facebook, pero yo le paso encantada la nota para que vea mi web y te conteste.
Besitos.
Uno de los recuerdos que guardo sobre Fernando y su mujer Pilar Cores, en un Hotel que estábamos en El Cairo, supongo. Parte del grupo subía al Monte Sinaí y otros nos quedamos en el hotel. Después de cenar subimos a la terraza , estaban tocando música en directo, (ahora no recuerdo que tipo de música) pero me parece estar viendo a Fernando y Pilar bailando y transmitiendo un amor y cariño que emocionaba.
También recuerdo de ese viaje que Fernando no se encontraba bien…. pero todo lo que nos decía y enseñaba era sabio y profundo, como él era.
Fue un viaje maravilloso que recuerdo de una forma especial, sobre todo también porque conocí a personas increíbles, entre ellas tú que enriqueces mi vida con tus enseñanzas y cariño.
Gracias mi amiga, desde aquellos días, tú siempre has formado parte de mi vida y mi corazón y lo sabes.
Gracias por el tiempo y esfuerzo, que sé que te cuesta un poco, y gracias por haberte quedado en mi vida.
Un abrazo.
Causalidades sin fin , es cierto Mercedes. Viajes y personas que cambian vidas que confluyen en un punto del camino para en cada pequeño universo personal sacudir ese yo interno ávido de encontrar su paraíso y a partir de ahí empezar caminos que nos llevan al hoy.
Me has hecho revivir muchos momentos en la cabeza y sentir a muchas personas que a partir de aquel viaje son personas importantes en mi vida y otras que aunque más brevemente confluyeron y dejaron huella también.
Recuerdo aquel cielo lleno de estrellas del Sinaí junto a todos vosotros . También otro día recuerdo sentarme afuera de las Pirámides con el Dr. Jiménez del Oso y escucharle contar sus investigaciones llevadas a cabo de noche en su interior donde el grupo se encontraba meditando. En aquel momento se gano mi respeto, por la forma sencilla y cercana con que compartía lo vivido y porque vi seriedad y verdad en lo que relataba. Un gran investigador valiente y lúcido sobre lo desconocido.
Hoy escribo este recuerdo y pienso en otros muchos que en aquel viaje, en mi caso sin duda, cambiaron absolutamente la dirección de mi vida. Hoy causalidad nuevamente, escribo desde Tenerife lugar que sè era uno de los que Fernando y Pilar seguían de cerca por sus investigaciones. En mi caso estoy por un trabajo que nada tiene que ver con esto, pero nunca hubiese estado aquí ni haciendo lo que hago ahora si aquel 13 de agosto en el Sinaí no hubiese mirado las estrellas con todos vosotros. Besos, compañeros de camino!!!
Gracias guapa, gracias por formar parte de la magia y las causalidades en este periplo que llamamos vida.
Me encanta reencontrarme de vez en cuando contigo.
Un abrazo.
Queridos amigos.
Leyendo vuestros comentarios me habeis echo volar en el tiempo pero retrocediendo algunos años atras.
Fernando Jimenez del Oso es un hermano de otras vidas que re encontre en esta experiencia que yo aun sigo experimentando mientras que se bajo del autobus para cambiar de rumbo y esta como a el le gusto siempre, en todas partes segun el lo quiera.
Fueron muchos viajes los que hicimos juntos.
Israel, Egipto, Jordania, India, Mexico y seguro que dejo sin nombrar otros paises y otras historias que compartimos.
Aquel viaje que hicimos juntos como bien lo recuerda Mercedes en su escrito, fue sin duda importante e inolvidable para todos los que alli estuvimos. Yo en particular tuve mucho tiempo que pude compartir con Fernando y fue sin duda de gran valor para mi. Aparte que el me conocia muy bien esos momentos me reportaban una ayuda personal increible, tenia las palabras justas y los concejos exactos que me hacian falta en esos momentos. Recuerdo casi palabra por palabra cuando estuvimos sentados frente al Mar Muerto mientras todo el grupo se bañaba en sus aguas saladas, en el mar mas bajo de la tierra, alli en el sotano del mundo, como ha sido llamado ese lugar desde hace cientos de años, salieron temas y pensamientos que me hicieron admirar mas a mi hermano, amigo y compañero de tantas campañas, batallas y amores que compartimos a lo largo de nuestras incontables vidas y nuestros costantes encuentros en cada una de ellas.
Te echo mucho de menos amigo mio, Tengo una foto, junto a mi escritorio en mi oficina, en la que estamos los dos abrazados delante de una piramide, en medio de algun desierto de los que tanto te gustaban.
Gracias Juan, gracias por tus recuerdos, espero que te guste este pequeño homenaje.
Me ha encantado reencontrarme con vosotros y recordar tantas cosas.
Un gran abrazo.
Yo iba al viaje arrastrado por el ímpetu de mi mujer, Mercedes. No estaba muy convencido, un viaje de la revista Enigmas me hacía pensar en gente un poco rara que nada tendría en común conmigo. Una vez más me equivoqué.
Pensé que a Jiménez del Oso lo veríamos cinco minutos en algún hotel, y me volvía a equivocar. Lo que más me extrañaba era que se comportaba como un turista más. Nada de protagonismo. Es más, me sorprendió que parecía bastante tímido.
Recuerdo que Pilar, su mujer, comentó como anécdota que cuando empezaron a salir, Fernando la llevaba a cementerios a hacer psicofonías, él comentaba que cada cual liga como puede.
También recuerdo que se reía a carcajadas cuando le dije que mi hermano me había encargado que le dijera que no podía ni escuchar hablar de él, porque desde que escuchó el programa de psicofonías se acostaba acongojado todas las noches.
Le conocí poco tiempo, pero si tengo algo que decir de él, es que era muy buena persona.
Para terminar quiero comentar que en ese viaje conocí a mucha gente interesante y con un factor en común, que hizo que creyera mucho más a mi mujer de lo que lo había hecho hasta la fecha, las casualidades.
Para todos los que continuamos en la casilla de salida, nos vale de inspiración saber que hay gente como vosotros, que avanza en el camino de la vida.
Un abrazo a todos.
Madre mía!! Que recuerdos!!
Hola Mercedes,
que bien me ha venido esta conexión. Gracias por motivarme ha volver a ver las fotos y recordar este ¡MARAVILLOSO! viaje.
Para mi fue un viaje muy especial y encontrarme con el Doctor en el grupo fue una verdadera ¡flipada!.
Recuerdo muy bien la subida al Monte Sinaí, jajaja cada uno en su camello y como los nuestros salieron corriendo fuiste mi compañera todo el ascenso. Espectacular!!, ¡inolvidable!, a pesar de tu hermosa descripción del cielo, no hay palabras para describirlo. Menuda aventura fue luego bajarlo.
Recuerdo con mucho cariño la charla con el Dr. después de la cena que comentas en el hotel de Sharm el Sheij, jajaja solo quería que el Dr. contara más y más cosas.
Respecto al mi experiencia con el Dr., me gusto la costumbre que tenía de pedirse siempre una cerveza cuando llegábamos a un hotel, jajaja era lo primero que hacia. Tuve el placer de ser invitado por el unas cuantas veces. Era un hombre generoso, recuerdo un taxi en El Cairo con destino al mercado de Alcalili (ups!, no se si esta bien escrito) que le pago al taxista mucho más de lo que le pedía, alegando que en otros lugares se paga mucho más por el mismo servicio.
Mercedes, muchas gracias por hacerme revivir momentos tan especiales de mi vida. Un besazo! y un abrazo! enooormes!.
Gracias, porque entre todos habéis hecho posible este pequeño homenaje.
Me ha encantado reencontrarme con vosotros y recordar tantas cosas.
Un gran abrazo.